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lunes, 14 de junio de 2010

Soledad del Peregrino. Poemas de Ernesto Che Guevara


Encallado navío,

te entrego mi canción

de despedida.

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Y sembrada en la sangre de mi muerte lejana
con raíces mudables bajo un tiempo de piedra,
¡Soledad!, flor nostálgica de vivientes paredes,
Soledad de mi tránsito detenido en la tierra
.

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Quise llevar en la maleta
el sabor fugaz de tus entrañas

y quedó en el aire circular y cierto,

el insulto a lo viril de mi esperanza.

Ya me voy por caminos más largos que el recuerdo

con la hermética soledad del peregrino,

pero, circular y cierto, a mi costado

algo marca el compás de mi destino.

Cuando al final de todas las jornadas

ya no tenga un futuro hecho camino,

vendré a reverdecerme en tu mirada

ese riente jirón de mi destino.

Me iré por caminos más largos que el recuerdo

eslabonando adioses en el fluir del tiempo.

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La ciencia que muestra un microscopio negro
es un médico almidonado frente a una registradora.
El arte..., todo lo que el arte muestra
es la estéril mecánica de una Leica.
Un indio cargado de penas y temores (y también de añoranzas
por aquello que fue aunque no fuera
y cuyo retorno anhela),
una sonrisa estúpida de coca, alcohol y hambre.

Un sexo vendido al peso
-muy barato en América-
Un recuerdo indiferente de glándulas vacías.

Guatemala, que me dejaste
una amplia herida en el flanco
y una mujer que encuentra en sus pesares
la oportunidad de succionarlas y succionarme,
un vago sentimiento de sollozo dilapidado.

Y hay un hilo que une, una a una, las cuitas:
es el grito del hombre que despierta.

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Así cuando este día con mano temblorosa

pongo mi prisma en un registro ambiguo.

Con el sabor extraño de fruto encajonado

antes de consumar la madurez al árbol.

A veces no percibo su llamado

desde mi alada torre de viejo solitario,

pero hay días que siento despertar al sexo

y voy a la hembra, a mendigar un beso;

y sé entonces que jamás besaré el alma

de quien no logre llamarme camarada...

Sé que los perfumes de valores puros

llenarán mi mente de fecundas alas,

Sé que dejaré los agnósticos placeres,

de copular ideas sin funciones prácticas.

Sé que el día del combate a muerte

hombros del pueblo apoyarán mis hombros,

que si no veo la total victoria

de la causa porque lucha el pueblo,

será porque caí en la brega

por llevar la idea hasta un fin supremo,

lo sé con la certeza de la fe que nace

quitando del plumaje el cascarón antiguo.

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Cristo, te amo

no porque bajaste de una estrella
sino porque me revelaste
que el hombre tiene sangre
lágrimas,
congojas,
llaves para abrir las puertas cerradas
a la luz.

Sí..., tú me enseñaste que el hombre es dios,
un pobre dios crucificado como tú.

Y aquel que está a tú izquierda
en el Gólgota,
el mal ladrón,

también es dios.

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